El salón central del Palacio Güell fue diseñado por Antoni Gaudí como espacio musical donde se hacían conciertos, baile e incluso misa.
Por esa razón el prestigioso organero Aquilino Amezua construyó un órgano, que tocaba Isabel Güell, hija de Eusebi Güell, una organista que recibió formación en Paris de manos del ilustre organista Eugéne Gigout. La consola estaba abajo mientras que el órgano estaba en el techo del salón a unos 10 metros de altura.
En motivo de la restauración del Palau Güell, habiendo desaparecido el instrumento original de la que sólo se conserva la consola y las fachadas laterales, se decidió la construcción de un nuevo instrumento que debía responder a unas necesidades muy diferentes a las de finales del S. XIX.
El espacio ha pasado de ser un espacio privado a un espacio público, uno de los principales edificios de Gaudí con un flujo continuado de visitantes y donde también se realizan actividades culturales como conferencias y conciertos. Por esta razón se optó por situar la consola a lado del órgano, lo que permite al organista una ejecución más precisa.
También se le dotó con un sistema de reproducción automática que hace sonar el órgano cada media hora, lo que creando un clima sonoro muy adecuado dando un plus de calidad a la visita.
Este órgano también puede descubrirse en una función inédita: el espectáculo «PARABOLIC GAUDI», fusión de proyecciones de mapping en la cúpula del salón central, con el sonido del órgano ejecutado por una a momentos poética, otras veces vertiginosa composición obra de los videoartistas Santi Vilanova i Eloi Maduell.
El papel del órgano en el Palau Güell se completa con visitas y talleres escolares donde los niños acaban construyendo un tubo de órgano de madera de una gran calidad, tras lo qual reciben el diploma de «Pequeño Organero».